Colossal, de Nacho Vigalondo. La mujer y el monstruo.

Título: Colossal. Año: 2016. Dirección y guion: Nacho Vigalondo. Intérpretes: Anne Hathaway, Jason Sudeikis, Tim Blake Nelson, Dan Stevens. Producción: Canadá-USA-España. 109 min. Género: Drama-Fantástico.

 

Tras la Segunda Guerra Mundial, la población mundial se sumió en una fase de extrañamiento hacia la realidad. Lo familiar fue invadido por lo ajeno. Esa inquietud se tradujo en la eclosión del fantástico en el cine y en la literatura. Aunque su origen puede rastrearse desde finales del siglo XVIII con Le voyageur philosophe dans un pays inconnu aux habitants de la Terre (1761) del literato francés Daniel Jost de Villeneuve, una suerte de protociencia-ficción, en la que un viajero visita la luna para compartir sus ideas acerca de la cultura, la filosofía, el amor, el tiempo con los selenitas. Una obra germinal que nace del mismo empeño del que se nutrirán sus sucesores –dentro y fuera del género fantástico- hasta la actualidad: comprender lo desconocido. Concepto que tomará múltiples formas, especialmente diversas en la ciencia-ficción y servirá para materializar los miedos contemporáneos de cada sociedad: invasiones alienígenes, hordas de zombies, terrorismo biológico, mutaciones o, quizá la metáfora más visual más evidente y certera del desasosiego urbano, el monstruo gigante.

Kaijû-eiga, o “película de monstruos”. Ocho películas de King Kong –y otra en camino-, cerca de cuarenta de Godzilla entre producciones americanas y japonesas con apariciones de Mothra, Gamera, tiburones y cocodrilos gigantes; además de actualizaciones que se han ganado un puesto entre los dos colosos por excelencia, como “Pacific Rim” de Guillermo del Toro o “The Host”, una aproximación más autoral de Bong Joon-ho. Aunque el calado ideológico entre todas las que componen este subgénero varía notablemente, todas ellas comparten la misma inquietud por la posibilidad de que todo aquello construido, cuidado y venerado por la humanidad pueda ser destruido. El significante siempre será una figura inmensa, con distintas habilidades destructivas, pero su significado puede variar dependiendo de la época y del país que decida darle vida: la guerra de Vietnam, el 11-S, los terremotos o, en el caso de “Colossal”, la dificultad de lidiar con el fracaso.

En su última película, el director de “Los cronocrímenes” narra el regreso de Gloria –un registro de Anne Hathaway que encajaría a la perfección en el universo Apatow- a su ciudad natal. Una vuelta obligada por su ruptura con Tim, cansado de sus hábitos tendentes al alcoholismo. Sin tiempo para haberse instalado, se topará con Oscar, encarnado por Jason Sudeikis -Carta Blanca, Saturday Night Live-. Un reencuentro que en manos de Vigalondo no podía dejarse llevar por el derrotero amoroso. Al contrario, el interés romántico de Oscar y la no correspondencia por parte de Gloria será el eje vertebrador del relato.

Tras descubrir su conexión con la aparición de un reptil de varios metros en Seúl, Gloria se lo contará a Oscar, que descubrirá que él tiene la misma capacidad, aunque su gigantesco avatar será un robot. Desde ese momento, Vigalondo propone un juego metalingüístico en el que ejemplifica la concepción del “monstruo” como representación del desasosiego humano. No solo habla del subgénero nacido en Japón, sino de toda la tradición sci-fi o, incluso, de la historia del cine fantástico.

Sorprende la sencillez y economía visual del director de la experimental “Open Windows” en cuanto al uso del espacio. Tras una dura pelea, Gloria acude a casa de Oscar y la descubre infestada de muebles y múltiples objetos de utilidad cuestionable. Sin hacer hincapié, a través de planos medios de ambos personajes, en los que la habitación y la basura que la abarrota devora el encuadre.

Esa simplicidad queda patente en cómo retrata a sus personajes mediante acciones. En concreto, el poder de Gloria no se construye únicamente a partir de su inconsciencia, su inclinación por la bebida y la grosería, actitudes ancestralmente asignadas a arquetipos masculinos. El respeto hacia ella, el personaje como elemento de la trama e icono, se manifiesta en cómo el universo de la película concibe a Gloria. Si, por un lado, Oscar y ella se enzarzan en una pelea a puñetazos, ¿cuál debería ser la reacción de Joel, con el que acaba de pasar la noche? Para un servidor, lo esperable sería que decidiera ayudarla y defenderla. En este caso no, se limita a mirarlos con gesto reprobatorio y se marcha. Su lucha es de ella y de nadie más y, en efecto, es capaz de llevarla a cabo sola.

“Colossal” puede entenderse como la consecuencia lógica de la carrera de Nacho Vigalondo. Por un lado, el género como excusa argumental para hablar de nosotros; en la comedia “Extraterrestre” (2011) un ataque alienígena servía para hablar sobre la crisis existencial de un treintañero. Por otro, seguir con la crítica a una masculinidad anticuada que termina revelándose como miedo a la emancipación femenina; en su cortometraje “Choque” (2005) un tipo, interpretado por él mismo, terminará peleando con unos quinceañeros por defender a su pareja sin que ella se lo haya pedido.

Todavía sin fecha de estreno, el director de Cabezón de la Sal (Cantabria) ya prepara su próximo largometraje, titulado “Gangland”. Por el momento, disfrutemos de su nueva película y, probablemente, la película española del año.

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Daniel Molina

Estudiante de cine y medios audiovisuales. Adicto a la cultura popular.

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