
Sin apenas ser conscientes de ello, Netflix termina por guiar las series que vemos. Sin percatarlo The OA se convierte en la comidilla de muchas conversaciones (¿en qué otro contexto The OA iba a ser famosa?), Stranger Things se hace fenómeno de masas o Daredevil hace que muchos por primera vez se decidan a ver algo de super héroes sin sentirse culpables. Netflix está de moda y sus series también lo están, si una serie aparece en su portada y empieza a invadir Twitter y los anuncios de Youtube, de esa serie se va a hablar más temprano que tarde (consiguiendo que muchos nos peguemos la maratón de dos días) y Por Trece Razones es una de ellas.
Para quien no la conozca, Por Trece Razones (Thirteen Reasons Why) es la adaptación de un best seller homónimo escrito por Jay Asher, en la que reconstruimos la historia de una chica a través de unas cintas de cassette que, a modo póstumo, nos ha dejado para explicarnos su suicidio. Mucho se ha estado hablando acerca de la importancia del mensaje que esta serie quiere lanzarnos y del por qué debería de hacernos reflexionar, en esta reseña voy a intentar razonar por qué es así y por qué no es tan así, dando mi opinión acerca de un producto que me parece tremendamente efectista pero con unas pretensiones que no llega a cumplir.
Cuando digo que la serie es tremendamente efectista me refiero a que busca el efecto constantemente y en muchas ocasiones lo consigue. La protagonista, Hannah Baker (Katherine Langford), es un personaje absolutamente adorable y la serie se esfuerza para que así sea constantemente, consiguiendo que te preocupes por ella y que no desees su trágico desenlace. Además de todo eso, Hannah comparte un idílico romance juvenil con el coprotagonista Clay Jensen (Dylan Minnette), poniéndonos en diversas situaciones en las que es imposible no verse identificado en alguno de los momentos. La serie busca el efecto y lo consigue, esos dos personajes son el pegamento que mantiene unido al espectador a la serie y al resto de elementos que la conforman. La serie no puede existir sin ellos, y no por ser especialmente buenos personajes, sino por estar especialmente tratados para simpatizar con el público (con momentos entrañables, cómicos y dramáticos que
El gran problema de la serie es que todo el efecto que provoca es por ellos, no consigue hacernos reflexionar ni abrir nuestra conciencia hacia esas personas que atraviesan momentos difíciles y necesitan ayuda, simplemente no queremos que se muera Hannah Baker y queremos que ella y Clay vivan felices y coman perdices. Todo lo que intenta enseñarnos la serie se difumina y se reduce a eso, por la sencilla y simple razón de que no nos terminamos de creer la historia e interiorizarla como algo que pudiera pasarnos realmente. Hannah Baker no es una chica atormentada por el Bullying, es una chica que ha tenido los 4 problemas que todo adolescente tiene y que, a partir de ahí, los planetas se han alineado para que todo lo malo le pase a ella. Simple y llanamente a Hannah Baker le pasa de todo, la serie no ahonda en una depresión real que puede vivir una chica real, simplemente cada cosa que le pasa a esta pobre chica es peor que la anterior, cerrando poco a poco sus esperanzas de futuro y no dejándole otra vía de escape (en ocasiones parece que al autor del libro le entraron las prisas para justificar el suicidio y empezó a tirar de situaciones extremas). Como digo, la serie es muy efectista y su calvario le romperá el corazón a más de uno, pero a mí no me ha hecho reflexionar más allá, simplemente lo he pasado mal por ella.
Al problema anterior le sumamos un elenco de personajes secundarios de cartón, sacados del manual sobre teenagers genéricos de algún libro de estilo de Monster High. No están mal, no molestan, no te caen mal, pero no me los creo. No me creo a ese Fonsy hispano que, a sus 17 años, lo sabe todo de la vida; no me creo a ese chico guaperas popular que, fuera del instituto, tiene una vida muy atormentada; no me creo a ese cínico hijo de millonario que hace todo lo que quiere sin consecuencias… No hay un solo personaje que no sea un arquetipo (protagonistas incluidos), provocando que de manera inconsciente entre tú y la serie se cree una barrera de inverosimilitud.
Pese a todo la serie consigue siempre que quieras ver el siguiente episodio, no sólo por la simpatía con los personajes principales, sino porque los episodios no son aburridos y siguen siempre mini tramas autoconclusivas. Cada episodio es una cara de una de las cintas de cassette y cada uno de ellos lo vives focalizado en el personaje de Clay (quien recuerda a una de esas personas que comentan en un vídeo de Youtube antes de terminar de verlo), el cual va escuchando las cintas al mismo ritmo que nosotros. Todo lo vives a través de él y, alternando con unos flashbacks no demasiado bien intercalados (lo de ponerle una herida en la cara para diferenciarlo de los flashback es una decisión chapucera, las cosas como son), vas reconstruyendo la historia. Quizá los problemas de la trama principal radiquen en que las revelaciones no llegan a estar a la altura de las expectativas que te van creando y en determinados sucesos los cuales se nota (por contexto) que se han metido artificialmente para alargar la historia. Pero en general la serie sobrevive porque sabe conducir bien la trama con sus personajes principales, haciendo que todo a su alrededor resulte creíble en su contexto (aunque no lo sea).
Mi conclusión final es que esta serie lo tiene todo para ser la nueva estrella de Netflix este mes, la que vas a oír comentar y la que vas a terminar viendo. Te gustará más o te gustará menos, pero si te la acabas será porque algo te llamó de ella irremediablemente (como pasa un poco con todas, imagino…). A mí personalmente me gustó, pero no me subo al carro de decir que estamos ante un crudo y realista reflejo de una realidad que ignoramos, porque no es así. La mano de Selena Gómez (productora) se nota y mucho, haciendo que este producto parezca por momentos ser de la factoría Disney (con todo lo que ello conlleva), pero no por ser Disney algo tiene que dejar de ser disfrutable, y considero que esta serie puede serlo para mucha gente. En cuanto a los rumores sobre una segunda temporada, considero que no puede existir serie sin Hannah Baker, los personajes no son lo suficientemente carismáticos como para sostener una trama convincente sin el pegamento Baker. La única manera sería resucitándola, si es que Goku y su pandilla dejan de acaparar las Bolas de Dragón para arreglar los desvaríos de viejos animadores nipones…
Nos leemos.
Juanfran Sierra Ruiz
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